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Puigdemont tiene la llave del Gobierno de España

Jul 20, 2023Jul 20, 2023

BARCELONA

Ferran Espada@ferranespada

El independentismo ha sido el gran damnificado de las elecciones generales de este 23J especialmente afectado por la importante caída de la participación en Catalunya respecto a las elecciones de noviembre de 2019. Una caída de 4 puntos que ha dejado la cifra de votantes en un 62,8% de participación. Sin embargo, a pesar de la pérdida de votos, ERC y Junts, el partido de Carles Puigdemont, serán claves en una posible investidura de Pedro Sánchez junto a los partidos vascos.

La caída ha tenido una clara afectación en los territorios más independentistas que han concentrado las principales puntas abstencionistas en Girona y ciudades del interior como Vic, Olot, Berga, Ripoll o Manresa. Un comportamiento muy diferente a las áreas metropolitanas de Barcelona o Tarragona, aunque alguno de los barrios de la capital catalana con más voto independentista también ha sufrido caídas de la participación superiores a los cinco puntos, como es el caso del distrito de Gràcia.

Los tres partidos independentistas han pasado de los 23 diputados –de los 48 que se disputan en Catalunya- a 14 escaños en su conjunto. Y han perdido en las cuatros provincias catalanas frente al PSC, aunque en Girona Junts ha prácticamente empatado con los socialistas. Sin duda, aunque al final no ha habido una campaña organizada por parte de las entidades independentistas, el impulso de un movimiento abstencionista por parte de algunas de las bases de este movimiento con muchos militantes descontentos con los pocos avances hacia la independencia que han conseguido la formaciones desde 2017 ha hecho mella en la participación en Catalunya.

De las tres formaciones independentistas, ERC es la que sin duda ha sufrido más desgaste electoral con la perdida de seis diputados, pasando de los 13 escaños que cosechó Gabriel Rufián, ganando las elecciones de 2019, a los siete obtenidos este domingo. Los republicanos ya auguraban un mal resultado después de la debacle sufrida en las elecciones autonómicas de hace solo dos meses con la pérdida de 300.000 votos y numerosas alcaldías importantes.

Con todo, fuentes de la dirección relativizan el mal resultado alegando "la fuerte polarización que se ha generado en estas elecciones generales entre los dos bloques de PSOE-Sumar y el de PP-Vox que en Catalunya ha impulsado al PSC". También ponen el acento en las consecuencias de "un discurso antipolítico y populista que han acuñado durante años algunos actores del independentismo –incluyendo en ellos probablemente a Junts- que no han capitalizado la pérdida de votos de Esquerra sino que han debilitado al independentismo frente a los bloques de los partidos de obediencia estatal".

El hecho de haber quedado como tercera fuerza detrás del PSC y Sumar –aunque en un triple empate a siete diputados también con Junts-, sitúa ERC en un retroceso considerable. Más allá de la fuga de votos que Esquerra puede haber sufrido hacia el PSC por la consideración de voto útil frente a la derecha y la extrema derecha, una parte del descenso se debe también a la desmovilización del electorado republicano en que ha pesado el apoyo de esta legislatura de los republicanos al Gobierno de Pedro Sánchez sin que en la mesa de negociación política del conflicto se hayan podido establecer acuerdos que una parte de las bases republicanas consideran insuficientes.

A pesar de los indultos a los presos independentistas y la derogación del delito de sedición, el mantenimiento de la presión policial y judicial al independentismo o los nulos avances para llegar a un acuerdo en la celebración de un referéndum pactado ha generado desmotivación en una parte de las bases de votantes de los republicanos.

Por su parte, Junts también ha sufrido el impacto de ese movimiento abstencionista y se ha quedado con siete de los ocho diputados conseguidos en 2019. Aunque la perspectiva de los de Puigdemont es relativista con este resultado, ya que las divisiones internas en el espacio postconvergente han hecho que esta legislatura el grupo parlamentario se partiera por la mitad y solo cuatro diputados liderados por la actual candidata Míriam Nogueras se hayan mantenido fieles a las directrices de Junts. Con lo cual, en realidad Junts dispondrá de un grupo mayor y más compactado a pesar del retroceso. Finalmente, la CUP vive una verdadera debacle y queda fuera del Congreso sin representación perdiendo los dos diputados obtenidos el 2019.

La paradoja de los resultados de este domingo en Catalunya es que a pesar de que Esquerra ha sufrido un retroceso muy considerable de casi la mitad de los sufragios se mantiene como una fuerza clave para una posible investidura de Pedro Sánchez y la reedición del Gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar. Pero también Junts, y eso complica los posibles escenarios.

ERC sumaria junto a los partidos vascos y gallegos una mayoría que rallaría la absoluta. Pero Junts quedaría en este caso incluida en la ecuación necesaria para investir a Sánchez y hay que recordar que este es un actor político que ha asegurado siempre que no estaba dispuesto a hacer presidente al candidato del PP pero tampoco al del PSOE.

Respecto a ERC y a EH Bildu, que ya formaron parte de la mayoría de la investidura en 2020, la gran diferencia respecto a aquel año es que tanto ERC como EH Bildu deberán votar que sí ya que la abstención no será suficiente. Y el mal resultado de los republicanos puede complicar este tipo de decisiones, aún más siendo Junts también aritméticamente necesario. Con todo, fuentes de la dirección de Esquerra rechazan especular con su voto en una posible investidura y lo supeditan a "la negociación". Estas mismas fuentes recuerdan que "ERC no permitirá nunca un Gobierno de la derecha y la ultraderecha, pero nuestros votos no serán gratuitos".

Aunque intentará llegar a un acuerdo con Junts para establecer condiciones conjuntas, cosa bastante compleja de conseguir dada la mala relación entre los dos partidos, ERC plantea su hoja de ruta negociadora. Y sitúa las condiciones para una posible investidura en tres ejes básicos que Sánchez deberá afrontar: la continuación de la negociación en la mesa de diálogo apostando por soluciones democráticas para el conflicto entre Catalunya y el Estado. "Con resultados tangibles, que se puedan materializar y explicar", añaden. El traspaso integral del servició ferroviario de Rodalies (Cercanías). Y un nuevo sistema de financiación que acabe con el déficit fiscal entre lo que el Estado recauda en Catalunya y lo que invierte, junto a garantías claras de las inversiones acordadas en los presupuestos.

En cuanto a Junts, se abren a acordar con Esquerra una posible plataforma negociadora, pero desde posiciones maximalistas. Los de Carles Puigdemont exigen que en la negociación esté sobre la mesa de forma incondicional el traspaso a la Generalitat de las competencias para organizar un referéndum de autodeterminación. Una exigencia imposible de aceptar para Sánchez.

Así las cosas, pasaremos de una noche electoral dura en las sedes independentistas con ERC, Junts y la CUP maltrechas, pero con la clave de la gobernabilidad en sus manos. Y se avecinan días de duras negociaciones. Veremos si para una investidura de Sánchez con los independentistas o hacia el bloqueo con repetición de las elecciones. Siempre y cuando uno de los dos grandes partidos no decida abstenerse.

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