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Jimmy Lai, un exeditor de periódicos y uno de los activistas prodemocracia más destacados de Hong Kong, pasa unas 23 horas al día en prisión en confinamiento solitario en un penal de máxima seguridad mientras espera a un juicio en el que podría ser condenado a cadena perpetua.
En imágenes exclusivas tomadas por The Associated Press en las últimas semanas, Lai, de 75 años, se ve con un libro en la mano con pantalón corto y sandalias, acompañado por dos guardias en la prisión de Stanley. Se ve más delgado que cuando se le fotografió en febrero de 2021.
Lai tiene permiso para salir 50 minutos al día para hacer ejercicio. A diferencia de otros presos, que juegan al fútbol o hacen ejercicio en grupo, Lai camina solo en lo que parece un patio de 5 por 10 metros (16 por 30 pies) rodeado de alambre de espinas bajo el abrasador sol veraniego de Hong Kong antes de regresar a su celda sin aire acondicionado.
Lai, que fue editor del ya extinto Apple Daily, desapareció de la vista del público en diciembre de 2020 tras su detención según una ley de seguridad impuesta por Beijing para aplastar un enorme movimiento prodemocracia que comenzó en 2019 y sacó a cientos de miles de personas a las calles. Más de 250 activistas han sido detenidos según la ley de seguridad y se han desvanecido en el sistema legal hongkonés.
Antes, los fotógrafos podían tomar imágenes de los activistas en otro centro de detención en Lai Chi Kok en sus traslados a y desde la corte. Las autoridades empezaron a bloquear esa línea de visión en 2021 haciendo que los detenidos caminaran por una ruta cubierta.
En otro caso, una corte de apelaciones tenía previsto pronunciarse el lunes sobre las impugnaciones de Lei y otros seis activistas contra sus condenas y sentencias por cargos de organizar y participar en una asamblea no autorizada hace casi cuatro años. Los otros son Lee Cheuk-yan, Margaret Ng, Leung Kwok-hung, Cyd Ho, Albert Ho y Martin Lee.
Lai, ciudadano británico, está acusado de conspirar con fuerzas extranjeras para poner en peligro la seguridad nacional y conspirar para pedir sanciones o bloqueos contra Hong Kong o China. También enfrenta un cargo de conspiración para imprimir publicaciones sediciosas, según una norma de la era colonial cada vez más utilizada para aplastar la disidencia.
Estaba previsto que fuera a juicio el pasado diciembre, pero se aplazó a septiembre mientras el gobierno de Hong Kong pedía a Beijing que bloqueara su intento de contratar un abogado defensor británico.
“Mi padre está en prisión porque se plantó ante el poder durante décadas”, dijo el hijo de Lai, Sebastien, en una declaración en mayo ante un comité del gobierno estadounidense, la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China.
“Seguirá plantándose ante el poder y negándose a ser silenciado, aunque lo ha perdido todo y podría morir en prisión”, dijo Sebastien Lai. “Estoy muy orgulloso de ser su hijo”.
Lai tiene permitidas dos visitas de 30 minutos de parientes o amigos al mes. Los visitantes están separados por un cristal y se comunican por teléfono.
En otro caso distinto, el exeditor fue condenado en diciembre a casi seis años de prisión por acusaciones de fraude.
Una corte rechazó en mayo la petición de Lai de detener su juicio de seguridad con el argumento de que estaba instruido por jueces elegidos por el jefe de gobierno de Hong Kong. Es una ruptura de las leyes tradicionales que China había prometido mantener durante 50 años después de que la excolonia británica regresara a China en 1997.
Lai padece diabetes y se le diagnosticó hipertensión en 2021 cuando ya estaba detenido. Está considerado como prisionero de categoría A, otorgada a presos que han cometido los crímenes más graves, como asesinato.